viernes, 14 de septiembre de 2007

¿Refresquemos la Memoria?

Camaradas y amigos, el siguiente documento para conocimiento y refrescar la memoria

Una realidad, los que tuvimos la suerte de estar esa época en comunión con toda la labor integral de las parroquias y las organizaciones cristianas de trabajadores, agradecemos haber conocido y vivido de cerca las acciones y gestión de Monseñor Baeza. Estuvimos el otro dia con el, en un acto de recuerdo del Cardenal de los pobres; Raúl Silva y el recuerdo veraz y lleno de anécdotas de Monseñor Baeza lleno la sala, recordó como José Aguilera, simple fiel acompaño a este dúo que lucho, trabajo y gano la batalla del aislamiento para los trabajadores de Chile, digno de leerse este documento.
Osvaldo Martínez

El trabajador en la cruz
MONSEÑOR Alfonso Baeza Donoso, ex vicario de la Pastoral Obrera
Ex vicario de la Pastoral Social y de la Pastoral Obrera, monseñor Alfonso Baeza Donoso (75 años, 46 de ellos ejerciendo el ministerio sacerdotal) es todo menos un cura retirado. Ahora director de Caritas Santiago, anuncia un cambio en el rol de la poderosa institución, que pasará de la asistencialidad al apoyo a las luchas de los excluidos. Asombra la energía, liderazgo y sencillez de quien salió de la primera fila de la jerarquía de la Iglesia, pero que sigue siendo presidente de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (Fasic), párroco en Estación Central (Sagrado Corazón) y animador de múltiples iniciativas vinculadas con sus antiguas responsabilidades.
¿Cuál es su percepción respecto del movimiento sindical y los trabajadores chilenos?
“El movimiento sindical tiene hoy más libertad y posibilidades de expresión. Pero manifiesta una debilidad en cuanto a convocatoria. Vivimos un período con una muy baja tasa de sindicalización. La división y competencia entre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Central Autónoma de Trabajadores (CAT) o la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), crea la imagen de peleas partidistas, de intereses personales y aumenta el sentimiento de abandono que tienen muchos trabajadores.
Hay causas objetivas: las conductas antisindicales de los empresarios abusando de la necesidad de trabajo que tiene la gente; la alta tasa de desocupación y los bajos salarios. Eso hace que se trabaje muchas horas, y además se ‘cuide la pega’, lo cual debilita la acción sindical. Se agrega la existencia de múltiples contratistas que explotan la necesidad de los trabajadores: venden a los trabajadores a las empresas que, en general, se desinteresan por su suerte. Esto también ocurre en los bancos y en el campo.
En la baja sindicalización también incide la externalización. Una gran empresa como Falabella utiliza distintas empresas en un mismo piso con trabajadores que cumplen tareas semejantes. Eso produce atomización. A los dirigentes de los trabajadores a su vez les falta imaginación para convocar a las personas.
Veamos el arreglo entre los consumidores a crédito de las grandes tiendas. Los reclamos individuales no tuvieron ningún efecto. Luego se hizo como grupo, con una fuerza enorme, amparados en la Ley del Consumidor y apoyados por el Sernac. Los trabajadores aislados como están, no pueden reivindicar sus derechos”.

¿Cree que se da más importancia a los consumidores que a los trabajadores?
“El trabajador se ha desdibujado. Se habla de ‘la gente’, no del pueblo. Todo contribuye a desarrollar el individualismo, que favorece a los que dominan. Nos falta una mayor reflexión, más allá de las distintas ideologías, para determinar al enemigo común de los trabajadores: el poder empresarial tanto nacional como transnacional y estatal. Recuerdo la unidad que provocó la dictadura en gran parte de los trabajadores. El dictador era el enemigo y había que unirse para enfrentarlo. Falta desarrollar esto con nuevos métodos. También hay que sacar lecciones de cómo lucharon los pioneros, Luís Emilio Recabarren o Clotario Blest, en tiempos que eran tanto o más difíciles.
Nosotros como Iglesia Católica también tenemos que contribuir a la lucha por la justicia y respeto a la dignidad de las personas, reconocer el valor que tiene la organización como instrumento para vivir la solidaridad y la justicia”.

LEGADO DEL PADRE HURTADO
¿La Iglesia se ha ido retirando de esas lides?
“El Papa Benedicto, en su encíclica Dios es amor aclara el rol de la Iglesia en la lucha por la justicia. La lucha por la justicia social necesita una purificación, dice el Papa. En el caso de los cristianos, la tiene que dar la fe. Lo que quieres para ti, también es justo que lo tengan los demás. El pobre tiene el rostro de Jesucristo. Es a El a quien se le están negando sus derechos. Esto tiene que dar más impulso a la lucha, como lo hizo San Alberto Hurtado. En él tenemos un modelo de cristiano que lucha por la justicia”.
¿Cree que ese legado del padre Hurtado se conoce?
“No se ha destacado que él criticó las causas de la injusticia: la codicia encarnada en el sistema capitalista, el interés personal y también la desunión y falta de compromiso con la justicia de los propios trabajadores.
Lo que nos inspira es la consecuencia del padre Hurtado entre su fe en Jesucristo y el llamado a un cambio en la sociedad”.
¿Qué siente cuando se habla de Chile como un país con cifras de crecimiento importantes?
“La economía es importante, pero no es un fin en sí misma. El juicio para medir una economía es ver si sirve al bien de la sociedad, si soluciona los problemas de los más desvalidos. Pese a que se ha hecho mucho en cuanto a reducción de la pobreza, hay gran cantidad de chilenos en extrema pobreza o miseria. En cuanto a los niveles para clasificar a los pobres, creo que ganar un poco más del salario mínimo no basta para salir de la clasificación de pobre. El salario mínimo es muy bajo. En cambio, leí en El Mercurio los sueldos de los directores de empresas… Estos señores que ganan tantos millones por sentarse en un escritorio, son importantes, pero no dioses del Olimpo. Son seres humanos. Miremos cómo se remunera a los trabajadores dirigidos por ellos. Es escandaloso que esta desigualdad la aceptemos como algo casi natural”.

UN SALARIO MAXIMO
¿Debería haber también un salario máximo?
“Pienso que debería haber un cierto límite respecto a cuánto puede ganar una persona. Es el rol de los impuestos a la renta. San Juan Crisóstomo plantea que si una persona tiene más dinero del que necesita para sus necesidades, ese excedente no le pertenece, es del pueblo, que es el que le ha permitido obtener esa ganancia.
La existencia de colegios católicos muy caros es a mi juicio una complicidad de nosotros con este estado de cosas. Estamos colaborando a mantener la desigualdad. Algunos padres deben tener muy altos ingresos para educar a sus hijos en esos colegios. Pero hay un límite. Ellos están generando sus ingresos junto a otros chilenos, que no tienen el mismo derecho a educar bien a sus hijos. Eso que parece normal en una sociedad tan injusta, no puede ser aceptable para una conciencia recta.
Un amigo muy inteligente me decía que el capitalismo no es malo, pero no alcanza para todos... Hoy se produce una cantidad enorme de bienes, pero hay una mala distribución de la riqueza. Por criticar estas cosas echaron al padre Hurtado de la Acción Católica”.
¿Y a usted lo echaron de la Pastoral Obrera?
(Ríe de buena gana, distendido).
“No, fue de común acuerdo, estoy en los 75 años. Es un tema de edad. Como la oficina de Caritas Santiago está dentro de la Vicaría de la Pastoral Social y del Trabajador, sigo mezclado con ellos. Trabajamos juntos, pero por supuesto ya no hablo a nombre del obispo”.

UNA IGLESIA COHERENTE
¿Cuál es su evaluación de su período en el cargo?
“Me tocó una época muy interesante. Fue una posibilidad de mostrar una actitud de la Iglesia muy coherente con el Evangelio. La Iglesia no puede olvidar que nació en cuna de trabajadores, y no podía permanecer indiferente a la persecución que se hacía de los obreros y los pobres en la dictadura. Me sentí muy realizado y apoyado por el cardenal Silva Henríquez y por los arzobispos que le sucedieron. Eso es una prueba que la Iglesia nunca me ha vetado. Doy gracias a Dios de haber podido estar en esa tarea. Tuve el apoyo y colaboración de muchos laicos como José Aguilera, Alberto González, miembros de la Iglesia de base, etc. Lo que yo hacía era poner la cara y la firma al trabajo colectivo de muchos, entre los que recuerdo a Manuel Bustos, al ‘Loco’ Cuevas, a Teresita Carvajal, Arturo Martínez, Rodolfo Seguel”.
¿Comparte la decepción por el tipo de democracia al que llegamos después de tanta lucha, de tanta muerte?
“Comparto una cierta decepción, pero estoy consciente que hemos alcanzado logros valiosos. Pero creo que ha faltado valor para deshacer con más firmeza los amarres que dejó la dictadura. Lo que más me decepciona es que durante la dictadura muchos que hoy son autoridades veían con claridad lo nefasto que era el sistema neoliberal. En cambio ahora, es bendecido y recomendado por ellos mismos”.

RESCATAR EL SOCIALISMO
¿Qué piensa hoy del socialismo?
“Muchos valores del socialismo son rescatables. Su gran aporte fue hacer ver a los pobres que tenían derechos humanos. Hay algo que tiene coincidencia con el cristianismo: la mirada desde los pobres, que nos ayuda a comprender la injusticia y a entender qué es lo que hay que cambiar. Eso es más posible hacerlo desde el socialismo. Si no hubiera sido por el socialismo, habría seguido la ignorancia.
En la sociedad que vivimos, cada vez hay más separación entre los sectores acomodados y los más pobres… Hay dos Chile. Tenemos nuestros propios muros, en Lo Barnechea, Las Condes o La Reina. Un dirigente de la construcción me decía que los obreros que construyen esos palacios sólo pueden estar allí hasta las seis de la tarde. Después son sospechosos. Tienen que andar con credenciales para poder transitar. Mucha gente no sabe que ocurren estas cosas, por eso no les importa. Es tarea de la Iglesia deshacer la burbuja en que viven muchos”.

IGLESIA Y CLIENTELISMO
¿Y se siente cómodo en Caritas?
“En Caritas ha habido un gran cambio, una nueva visión, y se expresa en la denominación Caritas-Pastoral Social. La decisión es vincular más Caritas con la Pastoral Social. Es importante ayudar, pero un tipo de ayuda que favorezca la organización. Por supuesto siempre habrá caridad para las necesidades más urgentes. Pero la idea es que la asistencia esté en función de la lucha por la justicia. Recientemente hemos apoyado movilizaciones como la de los pescadores. Así veo el quehacer de Caritas, y me interesa el tema del trabajo con el adulto mayor, que tiene una capacidad de acción no utilizada. Ellos no deben jubilar como luchadores por la justicia”.
Como presidente de Fasic, ¿qué piensa sobre la amnistía a los violadores de los derechos humanos?
“Hasta ahora la lucha del movimiento de derechos humanos permitió avanzar un trecho a través del camino encontrado por los jueces con la figura del ‘secuestro permanente’. Eso permitió investigar y no aplicar el decreto-ley de amnistía. El ministro Montiglio revive una situación que parecía superada, y eso no contribuye a lograr la verdad y justicia en crímenes horrendos. Creo que hay bastante conciencia y también un movimiento organizado en las agrupaciones de familiares y organismos como Fasic, Codepu y otros, que lucharán para impedir que se imponga la amnistía. Pienso que es la ocasión también para que los parlamentarios aprueben la derogación de ese decreto-ley, que es una vergüenza. Es inconcebible que alguien pueda defender la amnistía para personas que cometieron crímenes tan horrendos. Ahora que se ha podido investigar y conocemos cómo ocurrieron estos hechos, es más claro que la amnistía es inaplicable”

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